miércoles, 23 de febrero de 2011

Máquinas


El equipo de máquinas también ayuda en cubierta

Lo de las máquinas del barco impone, y eso que es un buque pequeño. A medida que te vas acercando, la cosa empieza a temblar, sube la temperatura y hay un ruido de mil demonios. Con razón llamamos a los pisos de abajo los infiernos. Así que decido buscar a alguien que me acompañe en esta aventura. Eduardo Rodriguez es engrasador y se conoce el barco y sobre todo, las máquinas, como la palma de su mano. De alguna manera le consigo convencer para que se de una vuelta conmigo y me vaya contado el orden y funcionamiento de las máquinas del barco. 


Primero bajamos un piso desde cubierta (sería el -1); ahí están las despensas para guardar víveres y otros trastos y  la desalinizadora para dar agua a todo el barco, usada para higiene y cocina. El agua que bebemos es de garrafa, distribuidas por todo el barco. El agua del grifo es potable, pero carece de minerales. Edu dice que algunos marineros la beben, y pone una mueca de asco. En "el -1" también está la carpintería, algo obsoleta hoy en día pues el barco ya ni es de madera, ni usa muchas cosas que lo sean. Y si bajas un piso más, está la sala de máquinas. Los pisos que están debajo del agua son los que menos se mueven, y los que más importancia tienen. Las máquinas son, como los propios maquinistas dicen, el alma del barco: si las máquinas fallan, en el puente no se puede hacer nada..


En las máquinas hay mucho ruido, unos 90 decibelios, para estar ahí dentro hay que llevar unos cascos insonorizadores, que no dan pie a mucha conversación y por eso se comunican por señas que suelen ser iguales o parecidas en todos los barcos. Hay una sala de control desde la cual se ve la sala de máquinas y allí sí que se puede hablar, así que allí vamos nosotros también. Ahí están Germán y Luís. 


Vista de las máquinas desde la sala de control del Cornide
de Saavedra
A pesar de la protección, dicen que los marineros que llevan mucho tiempo trabajando en máquinas pierden algo de oído. Germán Camaño Giraldez, el primer oficial de máquinas, le ve una ventaja a todo esto: ahora siempre que oye sandeces hace como que no escucha, y lo achaca a los años trabajando en las máquinas. En la zona de la sala de máquinas hace mucho calor. Ahora el termómetro marca unos 34ºC, pero en verano, muchos días la temperatura sobrepasa los 40ºC. Las máquinas están en constante funcionamiento, por lo que tiene que haber guardia en todo momento. El mundo de las máquinas es desconocido para la mayoría de la gente del barco, son ellos los que suben a cubierta a hablar y a tomar algo, pero en los “infiernos” no suelen tener muchas visitas.

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