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| Juan Gil en la biblioteca del buque Cornide de Saavedra |
Seguimos de parón debido a la tormenta. Aprovechamos el día para ordenar fotos, pensamientos e ideas, para enviar correos y realizar llamadas, para hacer compras, para organizar el laboratorio. El día es parecido a algunos días ingleses, hace sol, luego está todo gris. Llueve a cántaros, caen chaparrones, rayos y truenos, y la cosa termina tan abruptamente como empezó.
Alejandra y yo vamos a desayunar una barra con tomate a un bar al lado del puerto. Está riquísimo y nos quedamos sentadas en tierra, a ratos un poco mareadas, hasta que, en un momento de ausencia de lluvia, volvemos al buque. Después hemos ido a un restaurante a comer varios de la campaña. A saber: el jefe, Alejandra, Curro, Tere, Tomás, Nieves y Gerardo. Estaba todo muy rico. También volvimos a la tetería a la que fuimos ayer y nos echamos unas risas.
Después de muchos días en la mar, al volver a tierra y sin darnos cuenta, nos balanceamos un poco al andar, nos paramos con las piernas entreabiertas y de vez en cuando, nos mareamos. Por la tarde, Juan hace su presentación para los que estamos en el barco.
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